19 November 2024
4 MINS

La realidad de ser un Niño de la Tercera Cultura

Jenny Anderson
La realidad de ser un Niño de la Tercera Cultura  - The reality of being a Third Culture Kid La realidad de ser un Niño de la Tercera Cultura  - The reality of being a Third Culture Kid

Ellen Mahoney es una «niña de la tercera cultura» de manual. De padres estadounidenses, se mudó dos veces en los Estados Unidos antes de trasladarse a Japón con siete años debido al trabajo de su padre en IBM. De vuelta en Estados Unidos, cursó de 1.º a 4.º de la ESO. A continuación, se mudó a Singapur donde hizo el bachillerato completo. A los 18 años, se fue a Ohio para ir a la universidad, donde

Esperaba desenvolverse bien. Había viajado por todo el mundo, tenía padres neoyorquinos y hablaba un inglés perfecto. Había pasado gran parte de la secundaria y todo el bachillerato en Estados Unidos. Sin embargo, la transición a la universidad fue mucho más dura de lo que esperaba.  

«Me sentí muy desconectada con los estadounidenses», comenta. «No entendía la cultura, ni el sentido del humor.  No entendía las referencias ni los valores».  Se sentía totalmente excluida y le costaba mucho mantener relaciones positivas. Cuando las cosas se pusieron difíciles, en lugar de hundirse, decidió seguir adelante.  

Hoy, Mahoney es una empresaria de éxito. Su perspectiva global, su fluidez con el mundo y su mentalidad abierta, atributos característicos de los Niños de la Tercera Cultura, han sido fundamentales para la carrera y la vida que se ha labrado. Esos primeros retos en torno a la identidad y el arraigo la llevaron a dedicarse a los Niños de la Tercera Cultura y a ayudar a que los centros educativos a los que se asisten les brinden apoyo y comprensión. En 2013 fundó Sea Change Mentoring, que ofrece un programa de aprendizaje social y emocional adaptado a los colegios internacionales, centrado en crear entornos ricos en relaciones para fomentar el aprendizaje y el bienestar. 

 

Qué son los Niños de la Tercera Cultura 

El término «Niños de la Tercera Cultura» fue acuñado en la década de 1950 por la pareja de sociólogos la Dra. Ruth Hill Useem y su marido, John Useem. Sin embargo, no empezó a tener notoriedad hasta los años 70, tras la publicación de «Third Culture Kids: The Experience of Growing Up Among Worlds», una obra escrita por David Pollack y Ruth van Reken. Los autores identificaron algunos de los aspectos más destacados que comparten los Niños de la Tercera Cultura (NdlTC o TCK, por sus siglas en inglés), como las competencias lingüísticas, la conciencia global y la resiliencia. En 2024, comprender el mundo y poder recorrerlo cómodamente no es solo un privilegio, sino un superpoder.

También identificaron algunos de los retos más comunes a los que se enfrentan, como son el desarraigo cultural, la dificultad con las relaciones a largo plazo y un complejo sentido de la identidad.  

«Independientemente de lo feliz que fueras como expatriado/a -y yo fui ciertamente muy feliz como Niña de la Tercera Cultura-, careces absolutamente de sentido de pertenencia y luchas con tu identidad», afirma Elizabeth Lamb, directora ejecutiva de la Escuela Internacional Compass de Doha, que forma parte de Nord Anglia Education.  

Lamb, que es británica, va por su 23.ª casa y noveno país. Su infancia la pasó entre Hong Kong, Alemania y Chipre, y también vivió en varias ciudades del Reino Unido, debido al trabajo de su padre en el ejército.  Cree que la experiencia la convirtió en una persona abierta, aventurera, y extrovertida, además de en una ciudadana del mundo.  También piensa que hay desafíos.

«Hay preguntas como "¿de dónde eres?", que no puedo responder a mis 50 años, al igual que no podía responder a los 10 y que a día de hoy, sigo sin poder responder».

Sobia tiene tres niños de la tercera cultura, con los que vive en Abu Dabi. Ella también es una niña de la tercera cultura. Es británica de padres paquistaníes inmigrantes; su marido es sueco y los chicos siempre han vivido en el extranjero.  «Como yo misma soy una niña de la tercera cultura, soy más consciente de que mis hijos podrían sentir esa falta de pertenencia y no quiero que sea así». Le preocupa la transición de Abu Dabi a Londres, donde probablemente los chicos vayan a la universidad. «Aunque son británicos, nunca han vivido en el Reino Unido. ¿Se les entenderá, comprenderán la cultura?». 

Mahoney define a un «Niño de la Tercera Cultura» como «alguien que crece en un espacio liminal». La primera cultura es la cultura (o culturas) del país natal de los padres. La segunda cultura es la cultura del país o países de acogida en los que el niño crece debido al trabajo de sus padres. La tercera cultura es el conjunto de todas las experiencias vividas por niños y adolescentes al tener que mudarse y crecer en un país extranjero por motivos laborales de sus padres. 

 

 

«Mis hijos son ciudadanos del mundo»

Los colegios y los padres de hoy conocen mucho mejor los retos y las oportunidades que presenta criar a los hijos lejos de «casa». «Mis hijos son ciudadanos del mundo», afirma Sobia, un factor que los diferencia como personas, ante las universidades y ante las empresas. Los niños de la Tercera Cultura crecen en una comunidad más diversa, lo que a menudo les lleva a tener una mentalidad más abierta.

Han estado expuestos a muchas religiones y normas culturales; tienen una profunda experiencia vivida considerando múltiples perspectivas. Mahoney ha observado que suelen ser «grandes comunicadores», capaces de leer el lenguaje corporal y las señales sociales de un modo que muchos adolescentes de comunidades más homogéneas no pueden.

Términos como el de pertenencia e identidad son palabras que hoy se reconocen y se celebran de forma distinta a hace 10 años. Al mismo tiempo, la globalización significa que es más fácil encontrar familiaridad en la mayoría de los rincones del planeta. La proliferación de la tecnología significa que los niños que se desplazan tienen muchas más herramientas que las generaciones anteriores para mantenerse en contacto, desde Snapchat y WhatsApp hasta los videojuegos multijugador.  

Pero estos avances pueden ocultar los retos más difíciles de ser un niño de la tercera cultura: establecer relaciones duraderas y forjar una identidad, tareas fundamentales de la infancia y la adolescencia.

 

Qué pueden hacer los centros educativos para apoyar a los Niños de la Tercera cultura y a sus familias

Los responsables de centros educativos afirman que la clave está en crear un fuerte sentimiento de comunidad. «Para nosotros, pertenecer es pertenecer a nuestra comunidad escolar», afirma Tim Richardson, director del Colegio británico de Guangzhou, que forma parte de Nord Anglia Education.  «Lo más importante para nuestros jóvenes y también para sus familias es que, vengan de donde vengan y vayan a donde vayan dentro de seis meses -o dentro de un año o de dos-, en este momento pertenecen a nuestra comunidad y eso aporta riqueza a sus vidas». Eso se construye a través de los estudios, pero también a través de actos sociales, viajes y actividades extraescolares. 

Richardson dice que las clases se mezclan cada año para evitar los grupitos y fomentar la adaptabilidad entre niños y adolescentes. A los niños nuevos se les asignan compañeros y cuando un niño se entera de que se va a mudar, el colegio puede encontrar casi inmediatamente a alguien que haya vivido allí. El plan de estudios es global, con un fuerte énfasis en la cultura local.  El Campus Global de Nord Anglia ofrece una plataforma de aprendizaje digital para conectar a niños de todo el mundo para que colaboren y empaticen.

Sobia está de acuerdo con esto, y apunta que un fuerte sentimiento de comunidad en el colegio puede actuar como una especie de amortiguador frente a los cambios del mundo exterior. «La comunidad es estupenda dentro, así que podemos gestionar lo que ocurre fuera», dijo.  

En el colegio de Lamb en Doha, los niños están expuestos desde muy pronto a muchos profesores especialistas. «Normalizamos los desplazamientos y la gestión de muchas relaciones», afirma. 

A través de su experiencia como directora de colegio y como madre de niños de la Tercera Cultura, ha aprendido que apoyar a los padres también es clave. Al fin y al cabo, para los alumnos puede ser la única vida que conozcan. Pero para los padres en su primer destino, el mundo les resulta de repente muy desconocido.

«Si cuidamos de los padres para que se sientan seguros, los niños se sentirán más seguros», dice. 

Aunque se ha avanzado en el reconocimiento de las necesidades singulares de los niños de la Tercera Cultura, todavía queda mucho por hacer. Lamb desearía que hubiera más apoyo en forma de asesores, sobre todo en la adolescencia, cuando los estudiantes corren mayor riesgo de sufrir problemas de salud mental relacionados con el aislamiento. La transición a la universidad es dura, y a veces los estudiantes necesitan hablar con alguien que no sea un terapeuta, pero que tampoco sea un profesor o sus padres. «A veces lo que necesitan es media hora en un espacio tranquilo para hablar y que se les escuche», comenta. 

Mahoney anima a los colegios a recurrir a los antiguos alumnos para ayudar en esas transiciones. Dirige grupos de discusión de adolescentes en todo el mundo y lo que estos echan en falta son más consejos de compañeros cercanos que de adultos, con los que no tienen nada en común. También sugiere que los colegios se centren en los que se quedan (los que no se van) y no solo en los que abandonan. 

 

Qué pueden hacer los padres: Hacer que la familia sea la base

Sobia, que cría a tres niños en Abu Dabi, afirma que crear un fuerte sentido de comunidad en casa es la base para ayudar a los niños a prosperar. «Siempre hablamos de nuestra casa familiar y de nuestra unidad», comenta. Dondequiera que esté, es donde está el hogar». Esa es nuestra zona segura».

 

Prepara una mudanza para que sea un éxito

A veces los adultos suponen que los niños entienden cosas que ellos no entienden. «Explícales lo que está pasando», dice Richardson. Que hay un nuevo trabajo, una nueva oportunidad. Aunque algunas cosas cambiarán, muchas no lo harán. La familia permanecerá intacta. Las amistades se mantendrán. 

Richardson relata su propio traslado a Dubái de niño, mucho antes de que el emirato se convirtiera en un centro internacional.  Su madre era profesora y se tomó el tiempo necesario para explicarle lo que ocurría. El colegio de su pueblo celebró una asamblea sobre Dubái, un acto en cuya organización cree que su madre desempeñó un papel decisivo. «Si te mudas, si te reubicas por motivos laborales, asegúrate de que comprendes y valoras lo importante que es eso para tu hijo», comenta.  

 

Haz al colegio también partícipe

Asegúrate de informar al colegio de lo que ocurre y busca apoyo. Como dice Richardson, ese apoyo puede consistir en ayudar a encontrar un colegio adecuado en el nuevo país o a otros estudiantes o profesores que hayan vivido en ese país en el colegio en el que estudie el niño actualmente.

  

Progreso, y más por hacer 

Hoy la gente es más tolerante y consciente de los retos a los que se enfrentan los Niños de la Tercera Cultura. Mahoney recuerda que hace siete años habló con el director de una destacada escuela internacional de Asia y le advirtió de los problemas de salud mental de los NdlTC. «Me ninguneó cortésmente». Hace unos años regresó, angustiado por el aumento de los niveles de ansiedad y depresión que había en su entorno. «Creo que hemos estado abogando por el éxito académico, dejando de lado la salud mental», le dijo. Quería saber qué hacer.  

No es el único. 

«Desarrollar la inteligencia emocional de los niños es una de las mejores cosas que se pueden hacer desde una edad temprana», afirma. «Les capacita para desenvolverse mejor en una infancia bastante complicada».

Mahoney acepta ahora los retos, y también se apresura a señalar que no lo haría de otra manera. «Me siento extremadamente privilegiada por haber crecido intercultural e internacionalmente».

 

 

 

Acerca de Jenny Anderson

Soy periodista y escritora galardonada con 20 años de experiencia en el New York Times y Quartz, entre otros medios. Actualmente me centro en el aprendizaje: lo que los niños necesitan saber, cómo apoyarles mejor y el papel de la tecnología.  Mi último libro The Disengaged Teen: Helping Kids Learn Better, Feel Better, and Live Better (Crown, 2025) está disponible para pedido anticipado aquí. Suscríbete a mi Substack gratuito How to Be Brave para mantenerte al día.